El
Salario Mínimo Interprofesional (SMI), viene definido como la cantidad económica mínima bruta anual que un trabajador por cuenta ajena recibe como sueldo “mínimo y digno” por su jornada laboral. Un
salario mínimo elevado supone una garantía para los trabajadores, porque contribuye a disminuir la explotación laboral en la economía.
El Gobierno de Coalición a través de su Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, acaba de alcanzar un acuerdo con los sindicatos para subir el SMI a 1080€ en 2023. En 2018, el SMI estaba en 735€, lo que supone un aumento de 345€, un 47% de aumento desde que la Ministra Yolanda Díaz está en el Ministerio de trabajo. Hay que destacar, que en esta ocasión la patronal no se ha sumado al acuerdo, y van dos veces, lo que demuestra su carácter explotador y antidemocrático pese a las ganancias que están obteniendo por los abusos de precios como consecuencia de la guerra, y porque está actuando al dictado de las derechas, en particular del PP, que intenta desprestigiar las políticas económicas y sociales del Gobierno. La patronal también está ya en campaña electoral.
Sin quitarle la más mínima importancia, que la tiene, al aumento del SMI, debemos preguntarnos seriamente: ¿puede un trabajador vivir con el SMI de 1080€, teniendo en cuenta la carestía de la vida y la carestía de la vivienda? Honestamente, hay que responder que no, que es materialmente imposible para un trabajador o trabajadora vivir con ese salario, no digamos sí tiene más personas dependientes de su salario. Cuanto más, aquellos miles de trabajadores que no llegan al SMI, bien porque trabajen en negro, bien porque su jornada laboral no llegue a la del SMI, por padecer contratos basura.
Ningún trabajo y ninguna trabajadora o trabajador debiera estar permitido que estuviera por debajo del SMI. Partiendo de este principio, todos los contratos que no permitan llegar al SMI debieran estar prohibidos por ley. El cobrar por debajo del SMI es lo que permite que muchos trabajadores con trabajo no lleguen a salir de la zona de pobreza.
Fdo: Pedro Marín del Valle.
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